Cacique Seattle


Oración del Cacique Seattle, 1854

El anciano Cacique Seattle era el indio más corpulento que jamás vi, y de lejos el de aspecto más noble. Medía 1,80 m., de pie sobre sus mocasines, tenía espaldad anchas, un pecho profundo y finas proporciones. Sus ojos eran grandes, inteligentes, expresivos y amistosos cuando se hallaban en reposo, y fielmente reflejaban los variables humores del alma inmensa que miraba a través de ellos. Era usualmente solemne, callado, y digno, pero en numerosas ocasiones se desplazaba entre multitudes reunidas, como un Titán entre Liliputienses, y sus leves palabras constituían leyes.
Cuando se ponía de pie para hablar en el consejo tribal o para dar tiernos consejos, todos los ojos se volvían hacia él, y profundas, sonoras y elocuentes frases rodaban de sus labios como incesantes truenos de cataratas que fluyen desde fuentes inextinguibles. Y su magnífico porte era tan noble como el del más cultivado jefe militar al mando de las fuerzas de un continente. Ni su elocuencia, ni su dignidad, ni su gracia fueron algo adquirido. Eran tan nativas de su hombría como las hojas y los capullos de un almendro en flor.
Su influencia era maravillosa. Podría haber sido un emperador, pero sus instintos eran democráticos, y gobernaba a sus leales súbditos con bondad y benigno paternalismo.
Siempre se sentía halagado por la marcada atención que le prestaban los hombres blancos, y nunca tanto como cuando se sentaban en las mesas, y en tales ocasiones se manifestaba más que en cualquier otro lugar con los genuinos instintos de un caballero.
Cuando el gobernador Stevens llegó por primera vez a Seattle y le dijo a los nativos que había sido nombrado Comisionado de Asuntos Indígenas del territorio de Washington, le dieron una efusiva recepción frente a la oficina del doctor Maynard, cerca de la ribera sobre la calle principal. La bahía era un enjambre de canoas y en la playa había una fila de ondulante, contorneante, parda humanidad, hasta que la voz con tono de trompeta del viejo Cacique Seattle rodó sobre la inmensa multitud, como la sobrecogedora diana de un tambor grave, cuando el silencio se volvió instantáneo y perfecto, como el que sigue al bramido del trueno desde un cielo claro.
El gobernador fue entonces presentado a la multitud nativa por el doctor Maynard, y de inmediato comenzó, con estilo conversador, llano y frontal, la explicación de su misión entre ellos, la cual es demasiado bien entendida como para requerir una capitulación.
Cuando él se sentó, el Cacique Seattle se levantó con toda la dignidad de un senador que lleva sobre sus hombros la responsabilidad de una gran nación. Colocando una mano por encima de la cabeza del gobernador y señalando lentamente hacia el cielo con el dedo índice de la otra, comenzó su memorable discurso con tonos solemnes e impresionantes.
"Que el cielo que lloró lágrimas de compasión sobre mi pueblo durante siglos mudos, y que para nosotros luce como inmodificable y eterno, pueda cambiar. Hoy el día está bueno. Puede ser que mañana aparezca cubierto de nubes.
Mis palabras son como las estrellas que nunca cambian. En lo que Seattle diga, puede fundarse el Gran Cacique Washington con tanta certeza como puede hacerlo en el retorno del sol o de las estaciones.
El jefe blanco nos dice que el Gran Cacique Washington nos envía saludos de amistad y buena voluntad. Esto es gentil de su parte, pues sabemos que tiene poca necesidad de nuestra amistad a cambio. Mis gentes son pocas. Parecen árboles dispersos en una planicie barrida por la tormenta. El gran -y yo presumo- buen Cacique Blanco, nos manda decir que quiere comprar tierras nuestras pero que desea permitirnos la suficiente para que podamos vivir confortablemente. Sin duda, esto parece justo, y hasta generoso, pues el Hombre Piel Roja ya no tiene derechos que él necesite respetar, y la oferta podría ser sabia, también, pues ya no necesitamos un país tan extenso.
Hubo una época en la que nuestro pueblo cubría la tierra como las ondas con que un mar rizado por el viento cubre su fondo revestido de conchillas, pero esa época pasó hace mucho tiempo, y la grandeza de las tribus no pasa ahora de ser un recuerdo luctoso. No obstentaré ni lamentaré nuestra decadencia, ni haré reproches a mis hermanos carapálidas por acelerarla, pues también nos cabe a nosotros una parte de la culpa.
La juventud es impulsiva. Cuando nuestros jóvenes se enfurecieron por una injusticia real o imaginaria, y desfiguraron sus rostros con pintura negra, ello denotó que sus corazones son negros, que a menudo son crueles e implacables, y que nuestros ancianos y ancianas no son capaces de refrenarlos. Así ha sido siempre. Así ocurrió cuando el hombre blanco empezó a empujar a nuestros antecesores hacia el Oeste. Pero tengamos la esperanza de que las hostilidades entre nosotros jamás retornen. Tenemos todo para perder y nada para ganar.
Cierto es que la venganza, para nuestros bravos jóvenes, es considerada una victoria, aun al precio de sus propias vidas. Pero los ancianos que permanecen en sus casas en tiempos de guerra, y las ancianas, que tienen hijos para perder, saben mejor la cosa.
Nuestro gran padre, Washington, pues supongo que ahora es también nuestro padre como lo es de vosotros, puesto que George ha mudado sus fronteras hacia el Norte, digo, nos manda decir por su hijo -quien, sin duda, es un gran jefe entre su gente- que si actuamos como él desea, va a protegernos. Sus bravíos ejércitos serán para nosotros un erizado muro de fortaleza, y sus grandes buques de guerra llenarán nuestros puertos para que nuestros antiguos enemigos del Norte, los Simsiams y los Hydas, no aterroricen más a nuestras mujeres y a nuestros mayores. Entonces, él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos.
¿Pero esto podrá acontecer? Vuestro Dios ama a su pueblo y odia al mío. Envuelve amorosamente con sus poderosos brazos al hombre blanco y lo conduce así como un padre conduce a su hijo pequeño, pero se ha olvidado de sus hijos de piel roja. Cada día hace que su pueblo se vuelva más fuerte y muy pronto ellos llenarán la tierra, mientras la marea de mi gente retrocede a gran velocidad, y nunca refluirá de nuevo. El Dios del hombre blanco no puede amar a sus hijos pieles rojas, pues si no los protegería. Parecen ser como huérfanos y no tienen hacia donde procurar auxilio. Entonces, ¿cómo es que podemos ser hermanos? ¿Cómo puede vuestro padre volverse nuestro padre y traernos prosperidad y estimular en nosotros sueños de una grandeza que regresa?
A nosotros, vuestro Dios nos parece parcial. El advino para el hombre blanco. Jamás Lo vimos: nunca siquiera escuchamos Su voz. Él le dio leyes al hombre blanco pero no tuvo palabra alguna para sus hijos pieles rojas cuyos rebosantes millones llenaban este vasto continente así como las estrellas llenan el firmamento. No, somos dos razas diferentes y deberemos seguir así para siempre. Hay poco en común entre nosotros. Las cenizas de nuestros antepasados son sagradas y su lugar final de reposo es el suelo consagrado, mientras vosotros deambuláis lejos de las tumbas de vuestros padres, aparentemente sin lamentarlo.
Vuestra religión fue escrita sobre tabletas de piedra por el dedo de hierro de un Dios iracundo, y con miedo de que vosotros lo olvidéis, el hombre de piel roja no podrá nunca recordarlo ni comprenderlo.
Nuestra religión consiste en las tradiciones de nuestros antecesores y en el sueño de nuestros ancianos, dada a ellos por el gran Espíritu y las visiones de nuestros caciques, y está escrita en los corazones de nuestro pueblo.
Vuestros muertos dejan de amarles y de amar los hogares de su natalicio cuando traspasan los portales de la tumba. Deambulan lejos, más allá de las estrellas, pronto son olvidados, y jamás regresan. Nuestros muertos nunca olvidan el hermoso mundo que les dio su ser. Siguen amando sus ríos sinuosos, sus grandes montañas y sus valles apartados, y siempre añoran con tierno afecto a los vivientes de corazón solitario, y a menudo regresan para visitarlos y reconfortarlos.
El día y la noche no pueden morar juntos. El hombre de piel roja jamás rehuyó la proximidad del hombre blanco, mientras las cambiantes brumas de las laderas de las montañas se esfuman ante el ardiente sol de la mañana.
Sin embargo vuestra propuesta me parece justa, y pienso que mi gente va a aceptarla y se retirará a la reservación que les ofrece, donde viviremos apartados y en paz, pues las palabras del Gran Jefe Blanco parecen ser la voz de la naturaleza hablándole a mi pueblo desde la espesa tiniebla que velozmente se acumula alrededor de ella como una densa neblina que flota tierra adentro desde el mar a medianoche.
Importa muy poquito dónde pasaremos el resto de nuestras vidas, porque ya no somos muchos.
La noche del Indio promete ser oscura. Ninguna estrella brillante asoma sobre el horizonte. Vientos de voz triste gimen a la distancia. Alguna fea Némesis (justicia o venganza) de nuestra raza se encuentra en la huella del piel roja, y donde quiera que vaya escuchará con seguridad cómo se aproximan los pasos de la fuerza destructora y se preparará para encontrarse con su perdición, así como el gamo herido oye que se acercan los pasos del cazador. Algunas pocas lunas más, algunos pocos inviernos más, y ninguno de todos los poderosos huéspedes que alguna vez llenaron esta inmensa tierra, y que ahora vagan en bandadas fragmentarias por las vastas soledades, permanecerá para llorar sobre las tumbas de un pueblo alguna vez tan poderoso y tan esperanzado como el vuestro.
¿Pero por qué deberíamos afligirnos? ¿Por qué debo yo murmurar sobre la suerte de mi pueblo? Las tribus están hechas de individuos y no son mejores de lo que ellos son. Los hombres vienen y van como las olas del mar. Una lágrima, una mortaja, un funeral, y se van de nuestros anhelantes ojos para siempre. Hasta el hombre blanco, cuyo Dios caminó y conversó con él, de amigo a amigo, no está eximido de este futuro común. Tal vez seamos hermanos, después de todo. Ya lo veremos.
Estudiaremos vuestra propuesta, y cuando tomemos una decisión, la comunicaremos. Pero en caso de que la aceptemos, aquí y ahora establezco esta primera condición: Que no se nos negará el privilegio, sin ser molestados, de visitar a voluntad las tumbas de nuestros antecesores y amigos. Cada porción de este país es sagrada para mi pueblo. Cada colina, cada valle, cada llanura y cada arboleda ha sido reverenciada por algún recuerdo afectuoso o por alguna experiencia triste de mi tribu.
Hasta las rocas que parecen yacer como idiotas mientras se achicharran bajo el sol a lo largo de las costas del mar con solemne grandeza, se estremecen con recuerdos de eventos pasados conectados con el destino de mi pueblo, y el mismísimo polvo bajo vuestros pies responde más amorosamente a nuestras pisadas que a las vuestras, porque son las cenizas de nuestros antepasados, y nuestros pies descalzos están conscientes del roce benévolo, pues el suelo está enriquecido con la vida de nuestros parientes.
Los difuntos guerreros, las afables madres, las muchachas de corazón alegre, y los niños que vivieron y se regocijaron aquí, y cuyos nombres propios ahora se olvidaron, todavía aman estas soledades, y su honda rapidez en el crepúsculo crece sombríamente con la presencia de espíritus morenos.
Y cuando el último piel roja haya sucumbido en la tierra y su memoria entre los hombres blancos se haya vuelto un mito, estas cosas tendrán enjambres de los invisibles muertos de mi tribu, y cuando los hijos de vuestros hijos se crean solos en el campo, en la tienda, en los negocios, por los caminos o en el silencio de los bosques, no estarán solos. En ningún lugar de la tierra hay sitio alguno dedicado a la soledad. De noche, cuando las calles de vuestras ciudades y aldeas estén silenciosas, y piensen que están desiertas, se hallarán atestadas por los huéspedes que regresan, los que alguna vez colmaron y todavía aman esta hermosa tierra. El hombre blanco jamás estará solo.
Dejemos que sea justo y trate bondadosamente a mi pueblo, pues los muertos no son impotentes.
¿Muertos, dije? No existe la muerte, se trata apenas de un cambio de mundos."

Wounded Knee





DEADMAN


Boston Brand ha engañado siempre a la muerte. Como el fantasmal Deadman, Brand fue la principal atracción del Circo de los Hermanos Hill, un acróbata que desafiaba a la muerte todas las noches, emocionando al público sin beneficio ni red protectora.

Todo terminó cuando el espíritu elemental Rama Kushna planeó el asesinato de Brand para ganar un agente que pudiera caminar entre los vivos y los muertos literalmente. Ahora un verdadero Difunto, Brand descubrió que podía poseer el cuerpo de la mayoría de los seres vivos mientras permanecía intangible e invisible al mundo de los vivos.
Empleado por Rama Kushna, Brand ayudó a mantener el balance entre el bien y el mal con la esperanza de que un día Rama lo releve de su servidumbre etérea. Pero Rama fue destruida antes de poder darle tal indulto. Condenado a su fantasmagórica existencia, Deadman sigue sin embargo manteniendo el balance, ayudando a los mortales si lo necesitan y "pidiendo prestados" cuerpos como agradecimiento, simplemente para recordar como era estar vivo.

Deadman transita libremente por el mundo espiritual, sin estar ligado al Cielo ni al Infierno, ni a ningún punto en el medio.Deadman puede poseer el cuerpo de la mayoría de los seres humanos (así como algunas especies inferiores), quienes generalmente no recuerdan la posesión después.(Day of Judgment Secret Files and Origins #1, Noviembre 1999)


Clowes, Daniel

Todavía recuerdo el día el día que estaba en la comiquería y casi sin quererlo encontré un ejemplar de Eigthball, la portada me pareció desopilante y a la vez rara, al hojearlo note que todas las historietas que contenía dicho ejemplar estaban firmadas por un solo autor “Daniel Clowes”. Disculpar mi ignorancia pero hasta ese momento no había leído ninguna obra de Clowes, solo había escuchado su nombre por recomendaciones de amigos los cuales me decían que el era uno de los referentes del cómic underground norteamericano. Ese día compre el ejemplar y unos días después volví y adquiri todos los otros números de Eightball que había en la comiquería, ¡si señor! Así de rápido me atrapo Clowes.
Sus trabajos nos muestran una galería de personajes extraños con un estilo único e inigualable, con un sentido del humor rozando el cinismo y siempre acudiendo a la realidad cotidiana para retratarla a su manera, meter cierta crítica, y principalmente sorprendernos con las personalidades de sus personajes.
Ahora que ya tengo leídas unas cuantas obras de Daniel, puedo decir que es uno de los autores con más talento y originalidad que existen en el mundillo de los comic.


Repaso de su carrera y su vida.

Estudió arte en el Instituto Pratt de Brooklyn, Nueva York. Al terminar sus estudios intentó infructuosamente conseguir trabajo como ilustrador en Nueva York, Entre 1985 y 1989 colaboró realizó tanto textos como dibujos para la revista Cracked, donde desarrolló sobre todo una sección titulada "The Uggly Family". En 1985 debutó en el cómic publicando en Love & Rockets, la revista de los "Hernandez Bros." (Gilbert y Jaime Hernández, una historieta protagonizada por el personaje Lloyd Llewellyn. Posteriormente se publicó una serie de seis comic-books en blanco y negro consagrados al personaje, así como un especial, The All-New Lloyd Llewellyn Special (1988).
En 1989 apareció el primer número de un nuevo comic-book realizado por Clowes, Eightball. Además de varias historietas cortas autoconclusivas, Clowes ha desarrollado en esta publicación varios relatos de mayor extensión: la
surrealista y siniestra Como un guante de seda forjado en hierro ("Like A Velvet Glove Cast In Iron", en los números 1-10); Ghost World (números 11-18), que fue llevada al cine por Terry Zwigoff; y David Boring (19-21). Todos estos títulos fueron posteriormente publicados como novelas gráficas.
Las últimas entregas de Eightball son los números 22 ("Ice Haven", 2001) y 23 ("The Death-Ray", 2004), concebidos como narraciones independientes y publicados a todo color y en formato de gran tamaño.
Clowes ha hecho incursiones también en el mundo del cine, adaptando sus propios guiones para la pantalla (es el caso de la película Ghost World, dirigida por Terry Zwigoff en 2000). Además, ha realizado ilustraciones para gran número de revistas, como
The New Yorker, Details Esquire o Village Art, entre otras muchas; carteles para el cine (entre ellos el de la película de Tod Solondz Happiness; e incluso dibujos animados (el vídeo "I don't wanna grow up" de Th Ramones). También colaboró en los años 90 con Coca-cola al prestar sus dibujos para promocionar la fallida OK Soda, un refresco cuya población diana era la Generación X.





La soledad es cuando uno vive en Tegucigalpa

Carta abierta que escribio Allan McDonald un artista de Honduras, en ella cuenta la realidad de su pais ante el golpe de estado. mi solidaridad con el y el pueblo (el verdadero pueblo Hondureño).

La soledad es cuando uno vive en Tegucigalpa

Por Allan McDonald

Hacer caricaturas es un oficio muy parecido, en la apreciación de los lectores, a las piruetas de un arlequín. Normalmente quienes nos dedicamos a este aislado e inútil oficio nos encontramos a diario con gente que te pide que por favor le des un autógrafo en imagen para hacerlos reír por un momento, o que le dibujes a Garfield a los hijos de ellos, que ni idea tienen de quién es uno, o qué hace. Por eso suelo no salir tanto a las calles, porque mi generosidad puede sin lugar a dudas erosionar los vuelos limitados de mi creatividad y hacerme perder la perspectiva del compromiso que diariamente tengo que asumir con la realidad y con la condición humana.
En Honduras, hacer dibujo político es contar chistes. Nuestro país es surrealista y ya lo era desde antes de salir en las portadas y en las pantallas plasma del mundo. Pero fue preciso que se suscitara esta experiencia cavernaria para que se supiera que un ojo sangrante puede alojarse en la macana de un gendarme. Y que el preguntar al pueblo sobre si apoyás algo o no para escribir una página de cambios puede provocar destierro, detenciones, muertes, represión, aislamiento, porque en sus mentes cuadradas de petulancia occidental el pueblo no está preparado para pensar, y la democracia no puede cometer la absurda irresponsabilidad de conferirle un espacio de decisiones. O que por ejemplo muchos hondureños estén defendiendo la Constitución en las calles con su indignación y su sangre encharcada en las avenidas pavimentadas de verde olivo, y en los televisores nacionales aparezcan las lágrimas negras del rimmel descolorido de Verónica Castro en los novelones mexicanos, porque es más interesante el drama del celuloide que el drama humano, y que algunos intelectuales bonitos se pase las horas discutiendo sobre la tragedia griega sin importarles la tragedia nacional, y los viejos, jubilados de la nostalgia, pierden sus últimos días jugando cartas de azar sin importarles que la patria está perdida, atravesada por un rey de corazones, y los jóvenes light se pasean en los malls, tristes por la muerte del rey blanco y negro del pop.
Mirás al país, te introducís al país y como Henri Bergson, sentís que te engolfás en un barco alucinante, que no distinguís el maridaje defectuoso en la geometría arquitectónica de los diseñadores burgueses entre un edificio de una red hotelera de prestigio internacional y la otredad configurada con un trazo inigualable de miseria como el zaguán en que se esconden todas las porquerías de una sociedad que mira en la pobreza un defecto y en el pobre un estorbo urbano. Aquí donde la vida está en las manos de la voluntad del otro y la pobreza en el bolsillo ignominioso de unos cuantos ricos. Este mapa hondo de desigualdades es el tema de mi trabajo. Eterno retorno de Nietzsche a la desigualdad y la vuelta de la desigualdad en una vieja callejuela de Tegucigalpa, marcada por los grafitis de las jóvenes generaciones que por primera vez saben que el mundo cabe en sus manos y no en Google, y la utopía en el compromiso permanente. Esta bendita juventud que acometió contra las estupideces de una vieja generación que nos legó una guerra risible de fútbol, golpes de Estado y militares con medallas como minas andantes, y en la algidez senil, esta locura de golpe como una forma de decirse a sí mismos que todavía pueden jugar la partida de ajedrez final, mientras la violencia militar pone en jaque mate nuestro futuro. La voluntad de poder, mal asimilada desde Schopenhauer como germen de la locura actual, pero sobre todo una vida y una eterna representación de personajes que no se cansan de jugar el mismo papel de voraces aves de rapiñas.
Por todo ello, la vida ha perdido valor, y la dignidad es una broma macabra que solo cabe en el espíritu de los que estamos enfermos de realidad. La solidaridad mundial que he recibido me ha conmovido, como también la indiferencia y la burla de la prensa local, que está armada de razones de desprestigio y artilugios para llamarle caricia a lo que sin lugar a dudas fue un golpe. Fui detenido, qué importa, unas cinco horas no más; otros compañeros han sido heridos; otros muertos; y la mayoría silenciada por la amenaza y el secuestro. Esto es un Estado agrediendo al individuo, al legítimo bien supremo de las constituciones burguesas, que a veces recurren a las armas para recordarnos que somos personas solamente, y que ellos trazan geométricamente la medida de nuestros silencios. Tegucigalpa, la vieja, bella “putía”, trazada por la lógica superlativa de la sobrevivencia diaria, con puentes llenos de lodo como recuerdo aun de los huracanes, las calles destartaladas, los voceadores de periódicos, las vendedoras de ropa usada que desafían la lógica del libre mercado, los vendedores de CD pirateados, que gritan que ya tienen el último de Michael Jackson, esta Tegucigalpa colonial, un hoyo de casitas miserables, una ciudad barrida de fantasmas del siglo pasado que viven esperando un milagro para sentirse capital, hoy es el centro del club de los últimos gorilas del siglo XXI, Tegucigalpita de mis amores, hoy congestionada de marchas de ricos que abultan la masa con guardaespaldas y en las otras calles muchachos con sus morrales en las espaldas librando la batalla de sus vidas, campesinos descalzos, descamisados, madres solteras a puño limpio con los militares con caras de niños campesinos, explotados por el sistema, con uniforme ajeno y garrote prestado, militares pobres que no saben qué guerra liberan, que nunca han leído esas teorías de la izquierda o derecha, su única ideología es ponerse un casco que los libre de las piedras arrancadas con el alma de los muros de la resistencia.
Esta es la Tegucigalpa que hoy retrasa su faena cotidiana para lidiar con el fervor ciego de unos fanáticos que como tigres hambrientos ven en el rito de la sangre la confirmación sádica de su salvajismo. Hans Arp y De Chirico podrían recortar el diario y hacer collages de taxis llenos de tanques de sangre o de muchachitos sacados de las etnias milenarias para disparar el odio que no pudieron conjurar con la venganza de siglos. O una mujer caminando con la luctuosidad de una actriz y un niño vociferando en sus faldas de seda el próximo número de la lotería. Así es Tegucigalpa, así las desigualdades, así la ternura de la utopía diaria. Así el amor a la vida, así la necesidad de cambios. Así lo leyó nuestro presidente, de quien diariamente se reían porque no se comportaba con la delicadeza y los urbanismos de un ministro europeo y provocó reformas que perforaron bolsillos herméticos. Así es la Honduras a quien han despojado de voz, porque en las calles solo se permite que digas que tenemos un mesías con apellido italiano pero con un corazón propio de las peores mafias napolitanas.

Will Eisner


Tras el antifaz, el talento de un gran artista. Will Eisneir, brillante historietista estadounidense nacido en New York en 1917, quedará en las memorias siempre asociado a The Spirit, su inolvidable creación.
Los primeros pasos de Eisner en la historieta los dio en 1935 , en el titulo WOW! WHAT A MAGAZINE. Tras aquel comienzo se volcó al mundo de los negocios, como precoz productor, pero fue recién cinco años después que consiguió dar el salto definitivo hacia el podio de los elegidos, con la llegada de The Spirit.

La primera aparición del particular héroe policial del traje, la corbata y el antifaz, se produjo el 2 de junio de 1940, dentro de un suplemento de 16 paginas que se distribuía con los suplementos dominicales de ciertos diarios yanquis. El acento expresionista de los trazos casi dramáticos del dibujo de Eisner convirtieron a Spirit en una pequeña revolución dentro del mundo de los comics de los cuarenta, que extendió sus apariciones regulares hasta 1953.

Tras algunos trabajos menores, The Spirit volvió a aparecer en forma breve en los mediados de los sesenta (entre 1966 y 1967) para volver a instalarse nueva y definitivamente en el mercado en los setenta. Aquella fue su resurrección final que llegó cargada de elogios para Eisner, quien para ese entonces ya era una especie de mito viviente.

Los años setenta también sirvieron para que publicara algunas novelas gráficas de neto corte social, basadas en sus experiencias de vida en su infancia en Nueva York, cuando era apenas el hijo de un inmigrante judío. Para algunos, estos trabajos ( entre los que habría que destacar Contrato con Dios o La avenida Dropsie) son casi obras de arte. Para otros, apenas pequeñas muestras de talento.

Hoy por hoy, Eisner es venerado como un maestro, un artista que redefinió, en cierta forma, el mundo del comic con una visión tan particular como revolucionaria.


Texto extraído del libro "Santas Historietas" de Carlos Albertoni


Como regalo aquí dejo una historia The Spirit para descargar.